Historias de San Luis: el Familiar y posesiones demoníacas en la ciudad de San Luis
Haber escrito sobre esa criatura demoníaca conocida como El Familiar generó numerosas preguntas en los lectores. Una recurrente es si en la ciudad capital de la provincia había domicilios que albergaban o albergaron a este engendro. La respuesta es sí.
Haber escrito sobre esa criatura demoníaca conocida como El Familiar generó numerosas preguntas en los lectores.
Una recurrente es si en la ciudad capital de la provincia había domicilios que albergaban o albergaron a este engendro.
La respuesta es sí.
En un principio se pensaba que El Familiar era un habitante de domicilios rurales o de poblaciones pequeñas.
Pero no es así.
Pequeño recordatorio: El Familiar es una criatura demoníaca que es criada en lugares escondidos de los domicilios, y a sus habitantes les garantiza riqueza y poder.
Si quiere leer otras historias de esta espeluznante presencia, en el buscador de El Chorrillero encontrará de diferentes zonas de la provincia.
Las más recientes fueron las apariciones en los grandes incendios en las sierras este año.
Pero volvamos a San Luis.
Por testimonios de personas que prestaban servicios en mansiones de familias acaudaladas, entre sus obligaciones figuraban alimentar y dar de beber a "algo" que vivía en una habitación oscura o en sótanos. No había que mirar. Dejar el agua o alguna bebida alcohólica en un recipiente, y el alimento, preferentemente carne vacuna.
Depositar rápidamente lo que se llevaba y salir sin mirar, aunque se sintieran observados por algunos ojos que brillaban.
Un domicilio apuntado está en una calle principal cuyo sentido de circulación es ahora de norte a sur.
Pleno centro. Atraviesa la peatonal.
En la década del 70, en ese lugar debieron realizarse algunos trabajos de albañilería y pintura, y sin intención, los obreros ingresaron a lo que parecía un depósito para dejar materiales y herramientas en su primer día de trabajo.
Don Torres, horrorizado, escuchó un fuerte gruñido, y que un animal, que era lo más parecido a un perro, pero muy grande y con demasiado pelo, salió de la habitación hacia el fondo de la propiedad, que daba casi a la calle paralela del domicilio principal. Tenía abundante vegetación.
Al día siguiente, a Don Torres y a su equipo de trabajo no se le permitió el ingreso a seguir trabajando por lo que había pasado.
Le entregaron las herramientas, y al preguntar por el animal que se escapó, la respuesta fue el silencio.
A los años, esa mansión se mostraba muy deteriorada en su aspecto y casi abandonada de habitantes.
El obrero, conocedor de las historias populares, relacionó lo que estaba mirando con la fuga de ese extraño ser de cuatro extremidades.
Porque la leyenda popular sostiene que quien pierde un Familar o se le escapa, entra en desgracia.
Otro domicilio fue en la zona oeste, en la calle donde ahora funciona una comisaría.
No era una mansión. Pero los habitantes de la casa gozaban de un buen pasar económico y hacían ostentación del mismo.
Hasta que una vez, una joven de la familia entró en una incontrolable crisis nerviosa.
"Está poseída", decían los vecinos de la mujer, que gritaba, salía desnuda a la calle, golpeaba a las personas.
Los tratamientos médicos no funcionaban, y hasta recurrieron a la policía provincial.
Un oficial, ahora retirado como comisario y muy respetado por sus compañeros, recurrió a sus conocimientos bíblicos y recitó partes de las Sagradas Escrituras.
La joven se calmó, se durmió algunos minutos y luego despertó totalmente tranquila.
Ese oficial le preguntó qué le había pasado, y la contestación fue que había sentido un fuerte dolor de cabeza cuando, desobedeciendo a sus padres, ingresó a "la pieza prohibida", una habitación ubicada al final del terreno.
Cuando este efectivo policial se dispuso a ingresar al lugar prohibido, los dueños de casa le explicaron quién habitaba esa habitación.
Esta historia consta en las actas de las actuaciones policiales.
También en pleno centro, teniendo como referencia la calle Ayacucho, una suntuosa propiedad era blanco de los pedidos de sus vecinos, por los aullidos permanentes que se escuchaban desde el patio, que eran un sonido gutural desconocido.
Nunca fueron escuchados los reclamos, hasta que los dueños de casa se mudaron a otra provincia.
La propiedad quedó en ruinas, y luego fue demolida.
Los testimonios de personas que trabajaban en ese palacete ratifican que allí tenían un Familiar, que se mudó con ellos a Buenos Aires.
¿Hay aún Familiares en San Luis?. Si. Las historias que se conocen así lo ratifican.